lunes, 20 de enero de 2014

Frecuencia narrativa en Crónicas de un desayuno

 La película Crónicas de un desayuno responde, según la teoría de Gerard Genette (1972), a un tipo de frecuencia: contar n veces lo que ocurrió una vez (fórmula: nR/1H), es decir, es un relato repetitivo.
Tomemos la historia principal de la película (aunque se presenten otras historias a la par): el retorno del padre en una noche “cualquiera”. El padre que había abandonado a la familia (madre e hijos) de pronto vuelve y se presentan una serie de conflictos a partir de dicho suceso.
             Ahora bien, la fórmula nR/1H nos obliga a definir un suceso: retorno del padre. Además, debemos localizar las repeticiones que nos remitirán al hecho en concreto. La familia (tres hijos y la madre) harán dicha repetición a partir de diálogos.
            Por ejemplo, La madre tiene una frase que nos hace pensar siempre en que el padre volvió, (cabe aclarar que el padre nunca es nombrado, es decir, es representado de manera simbólica a partir de frases iterativas y momentos de conflicto en la película), esa frase es la estrofa de una canción: “un poco más, y a lo mejor, nos comprendemos luego…”. Dicha frase es la representación de la madre para recordar que su esposo ha vuelto. Podemos afirmar que es la primera forma de contar el suceso eje de la historia.
            La segunda forma de contar el mismo suceso es por parte del hijo (Marcos), quien de forma explícita recuerda el regreso de su padre y revive la historia preguntando varias veces a su hermana qué fue lo que sucedió la noche anterior.
            La tercera forma iterativa es por parte de la hermana (Blanca), ella narra el regreso de su padre utilizando juegos temporales (analepsis). La narración de Blanca es la más representativa ya que es el único momento en el que nos enteramos de forma clara cómo fue que el padre volvió y cuáles fueron las reacciones de todos los integrantes de la familia una vez que vieron a su padre cruzar la puerta de la casa. Es importante decir que Blanca termina su narración con la frase de la madre: “un poco más, y a lo mejor, nos comprendemos luego…”, eso refuerza la idea de que la repetición de ese sintagma remitirá siempre al suceso cardinal.


            El niño más pequeño (Teodoro) de la familia también contará la venida del padre con un relato en el que el pequeño se presenta como un chico curioso. Su narración también gira en torno a recuerdos de la noche anterior (juegos temporales). Teodoro tiene una serie de repeticiones que nos indican la “Determinación narrativa”, es decir, los límites diacrónicos, porque tiene un radio en el cual sólo escucha “La hora nacional” y se la pasa repitiendo una y otra vez la hora. Dicho acto en la historia nos permite afirmar que el film presenta también una “Extensión narrativa” (amplitud diacrónica de cada una de las unidades constitutivas) (Genette, 1972: 22). Porque gracias al niño, nos enteramos de que la historia se desarrolla en 1 hora y que pareciera que es mucho más que eso por la densidad de acciones en las que, contradictoriamente, no sucede nada.


Referencias: 
Crónicas de un desayuno. Guión de Jesús González Dávila y Sergio Schmucler. Dir. Benjamín Cann. Act. José Alonso, María Rojo, Fabiana Perzábal, Miguel Santana y Bruno Bichir. Escaranajo IMCINE. 1999. Película.

Genette, Gerard. "El discurso del relato". de Figuras III. París, 1972.  

miércoles, 15 de enero de 2014

¿Qué es la literatura?

La literatura es eso que es todo y que es nada y que me han hecho creer que es la literatura.

            Es muy común encontrarse con alguien que te explique que la literatura está constituida por escritos que tienen una intención emotiva, estética; que apele a lo bello, lo narrativo, es decir, que te cuente una historia, un hecho un suceso que casi siempre es ficcional.
            También no faltará aquel que asegure que la literatura tiene la capacidad de construir otras realidades, de mandar al hombre a la luna o de hacer que un simio se pare en un estrado a dar una conferencia.
            A la literatura, en un sentido estrictamente narrativo, se le permite todo, hasta lo que creemos imposible: despertar un día convertido en insecto; encontrar un objeto en el sótano con el cual se ven todos los mundos al mismo tiempo; aceptar una llamada telefónica y fingir ser un detective; ser el personaje de una película de Stanley Kubrick. Tal vez, pero eso no quiere decir que se creen otras realidades, eso no implica que lo narrado por un autor sea meramente ficcional, porque puede que sea más real de lo que te imaginas.  
            A menudo  escucharemos algún sujeto diciendo cuál es la buena y la mala literatura (casi nunca dicen por qué) y me parece que se debe tener mucho cuidado, la literatura (sea cual sea su definición, si es que eso importa) tiene una intencionalidad. Esa puede ser la clave, una manera de regir a quien lee un texto (una parte del mundo). La capacidad que tenga éste de transformar, controlar o configurar los comportamientos de una sociedad.
            Cierto es que una sociedad puede dictar lo que es literatura y excluir a todo aquello que no encaje con los parámetros pertinentes (juegos entre centros y periferias; canon; los campos de los que habla Pierre Bourdieu), pero ¿qué pasa cuando un texto dicta los niveles de normalidad o anormalidad de un sujeto? La literatura, el lenguaje en general, puede ser muy peligroso en ese sentido. Es aquí cuando se debe abandonar el criterio meramente estético y artístico de un texto. No, no es así, el funcionamiento de un texto y la repercusión que éste pueda tener en un contexto es de alta importancia.
            La literatura, si abandonamos los conceptos básicos del formalismo ruso, es todo aquello que alguien ha dictado que es literatura: los críticos, los receptores en un tiempo y espacio determinado, las academias (el canon), los autores, etc.
            Se dice que el uso extraño de la lengua cotidiana y la transformación de ésta, es lo que crea un texto literario, sin embargo, debemos asegurarnos de que el lenguaje "cotidiano" esté libre de extrañezas y esté libre de polisemias y mal-interpretaciones. No, un anuncio publicitario, un manual, un encabezado periodístico, un diccionario de medicina, tienen características similares: uso de metáforas, metonimias, figuras retóricas en general. ¿Acaso no nos enseñaron y nos han dicho una y otra vez que las figuras retóricas son únicas de la narrativa? (novela, cuento...).
            Pareciera que la idea de literatura se nos escurre de las manos, es completamente inestable, se tambalea entre los juicios de valor, la aceptación y la negación. La literatura, a fin de cuentas es un concepto construido siempre por intereses más o menos específicos y claros. 

[…] probablemente George Orwell se habría sorprendido al enterarse de que sus ensayos se leerían como si los temas que discute fueran menos importantes que la forma en que los discute. En buena parte de lo que se clasifica como literatura el valor-verdad y la pertinencia práctica de lo que se dice se considera importante para el efecto total. Pero aun si el tratamiento "no pragmático" del discurso es parte de    lo que quiere decirse con el término "literatura", se deduce de esta "definición" que, de hecho, no se puede definir la literatura "objetivamente". Se deja la definición de literatura a la forma en que alguien decide leer, no a la naturaleza de lo escrito (Eagleton 9).

En suma, de nada serviría entonces una definición precisa de literatura si no se es capaz de analizar  los juicios de valor acerca de lo que se escribe; si no se es capaz de considerar que “lo bueno y mal escrito” son sólo percepciones de cánones, de empeñarse en privilegiar lo literario sobre lo supuestamente ordinario, común, cotidiano. La literatura puede ser todo y nada a la vez, pero también es un medio importante para que los aparatos ideológicos funcionen (a veces de forma violenta) sobre nuestra forma de configurar el mundo. A fin de cuentas un juicio de valor cambiará con el tiempo, según las circunstancias socio-históricas.
                                 
Referencia bibliográfica: Eagleton, Terry. Una introducción a la teoría literaria. México: FCE, 1988.