La literatura es eso que es
todo y que es nada y que me han hecho creer que es la literatura.
Es muy común encontrarse con alguien que te explique que
la literatura está constituida por escritos que tienen una intención emotiva, estética; que apele a lo bello, lo narrativo, es decir, que te cuente
una historia, un hecho un suceso que casi siempre es ficcional.
También no faltará aquel que asegure que la literatura
tiene la capacidad de construir otras realidades, de mandar al hombre a la luna
o de hacer que un simio se pare en un estrado a dar una conferencia.
A la literatura, en un sentido estrictamente narrativo,
se le permite todo, hasta lo que creemos imposible: despertar un día convertido
en insecto; encontrar un objeto en el sótano con el cual se ven todos los
mundos al mismo tiempo; aceptar una llamada telefónica y fingir ser un
detective; ser el personaje de una película de Stanley Kubrick. Tal vez, pero eso
no quiere decir que se creen otras realidades, eso no implica que lo narrado por
un autor sea meramente ficcional, porque
puede que sea más real de lo que te imaginas.
A menudo escucharemos
algún sujeto diciendo cuál es la buena y la mala literatura (casi nunca dicen
por qué) y me parece que se debe tener mucho cuidado, la literatura (sea cual
sea su definición, si es que eso importa) tiene una intencionalidad. Esa puede
ser la clave, una manera de regir a quien lee un texto (una parte del mundo).
La capacidad que tenga éste de transformar, controlar o configurar los
comportamientos de una sociedad.
Cierto es que una sociedad puede dictar lo que es
literatura y excluir a todo aquello que no encaje con los parámetros pertinentes
(juegos entre centros y periferias; canon; los campos de los que habla Pierre Bourdieu),
pero ¿qué pasa cuando un texto dicta los niveles de normalidad o anormalidad de
un sujeto? La literatura, el lenguaje en general, puede ser muy peligroso en ese
sentido. Es aquí cuando se debe abandonar el criterio meramente estético y artístico
de un texto. No, no es así, el funcionamiento
de un texto y la repercusión que éste pueda tener en un contexto es de alta importancia.
La literatura, si abandonamos los conceptos básicos del
formalismo ruso, es todo aquello que alguien ha dictado que es literatura: los
críticos, los receptores en un tiempo y espacio determinado, las academias (el
canon), los autores, etc.
Se dice que el uso extraño de la lengua cotidiana y la
transformación de ésta, es lo que crea un texto literario, sin embargo, debemos
asegurarnos de que el lenguaje "cotidiano" esté libre de extrañezas y
esté libre de polisemias y mal-interpretaciones. No, un anuncio publicitario,
un manual, un encabezado periodístico, un diccionario de medicina, tienen
características similares: uso de metáforas, metonimias, figuras retóricas en
general. ¿Acaso no nos enseñaron y nos han dicho una y otra vez que las figuras
retóricas son únicas de la narrativa? (novela, cuento...).
Pareciera que la idea de literatura se nos escurre de las manos, es
completamente inestable, se tambalea entre los juicios de valor, la aceptación
y la negación. La literatura, a fin de cuentas es un concepto construido
siempre por intereses más o menos específicos y claros.
[…]
probablemente George Orwell se habría sorprendido al enterarse de que sus ensayos
se leerían como si los temas que discute fueran menos importantes que la forma en que los discute. En buena
parte de lo que se clasifica como literatura el valor-verdad y la pertinencia práctica de lo que se dice se
considera importante para el
efecto total. Pero aun si el tratamiento "no pragmático" del discurso
es parte de lo que quiere decirse con
el término "literatura", se deduce de esta "definición"
que, de hecho, no se puede definir
la literatura "objetivamente". Se deja la definición de literatura a la forma en que alguien decide
leer, no a la naturaleza de lo escrito (Eagleton
9).
En
suma, de nada serviría entonces una definición precisa de literatura si no se es capaz de analizar los juicios de valor acerca de lo que se
escribe; si no se es capaz de considerar que “lo bueno y mal escrito” son sólo
percepciones de cánones, de empeñarse en privilegiar lo literario sobre lo supuestamente ordinario, común, cotidiano. La
literatura puede ser todo y nada a la vez, pero también es un medio importante
para que los aparatos ideológicos funcionen (a veces de forma violenta) sobre
nuestra forma de configurar el mundo. A fin de cuentas un juicio de valor
cambiará con el tiempo, según las circunstancias socio-históricas.
Referencia bibliográfica: Eagleton, Terry. Una introducción a la teoría literaria. México: FCE, 1988.
Revisado.
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